viernes, 11 de mayo de 2012

El Estudiane de Budo


"Niveles": Hasta el primer dan, aquel que se entrena en un dojo no es mas que un simple estudiante, un alumno aun poco integrado a la vida del grupo del dojo. Es durante este período que se elimina la mayor parte de los alumnos para los cuales el Budō no es la vía a seguir. Estos alumnos son probados y su carácter fortalecido. Es sobre ellos que recae la tarea de limpiar el tatami y el dojo.

Durante el noviciado, su moralidad es sometida a numerosas pruebas. El instructor o sensei requiere de sus discípulos la igualdad de humor, el silencio, el coraje, la perseverancia, la amabilidad, la paciencia. Es una etapa de prueba durante la cual el cuerpo es domado y después moldeado. Se aprende a caminar, a equilibrarse, a respirar, hasta llegar a obtener una salud fuerte y dinámica.

Hasta aquí, sólo las bases del arte escogido son enseñadas a través de la diversidad de las técnicas (waza). Como para todo debutante, la percepción (llamada sen) es lenta y basada únicamente sobre lka percepción objetiva de los cinco sentidos, las defensas son realizadas con la fuerza muscular (chikara) y no tiene ninguna coordinación aún (iki-Ai).

Discípulo
Al segundo dan, el discípulo ya no es un novicio, puesto que voluntariamente ha aceptado las reglas de disciplina y la enseñanza, algunas veces será del sensei. Aquello que éste ordena será cumplido por su discípulo sin que una palabra de replica salga de sus labios. Tal es la ley del Budō, ya que una confianza absoluta debe establecerse entre el sensei y su discípulo.

El discípulo es elevado del estado bruto de la tierra hacia el elemento de la emoción, donde insistirá el sensei a fin de que sea firme ante el miedo, la agresividad, la critica, la timidez y, en definitiva, ante los sentimientos perturbadores que asaltan al practicante durante los combates libres (ju-kumite y ju-randorí).

Cuando ha llegado a purificar (o controlar) sus diferentes reacciones emocionales, el discípulo recibe una atención particular por parte del sensei. Su sentido del combate se agudiza y sus defensas, esquivas, tajos, proyecciones, etcétera, son proporcionales a los ataques. Por otra parte, es capaz de hacerse uno con el adversario partiendo al mismo tiempo que él. En este grado y para desarrollar su poder dinámico (Kime) y su intuición, la práctica de la meditación (zazen) llega a ser indispensable.

Discípulo Aceptado
Al tercer dan, el discípulo es reconocido y cualificado para que un día pueda llegar a ser instructor. Al llegar a este grado se convierte en discípulo aceptado por el sensei y le son confiadas instrucciones personales. Algunas veces trabaja con el sensei para demostrar a los otros alumnos ciertos principios técnicos. Puede también supervisar el entrenamiento de los estudiantes menos avanzados. Se beneficia de ciertos privilegios debidos exclusivamente a su supervivencia y a sus cualidades morales.

En las enseñanzas del antiguo Budō está escrito que el tercer dan no es adquirido sino a través de diez largos años de dura labor. Antiguamente, un discípulo debía tener dominio perfecto de su mente (el elemento fuego) durante la acción.

Renshi
Este título comprende tres grados: cuarto, quinto y sexto dan. Renshi (literalmente, instructor) es una etapa capital, puesto que a partir de este momento el prácticamente está autorizado a tener su propio dojo. Antes de haber adquirido el grado de Renshi en una disciplina, un profesor es incompetente y peligroso. Es también a partir de este grado cuando una enseñanza le es conferida por el sensei, concerniente a los puntos vitales y la estructura nerviosa del cuerpo humano.

Renshi 4° Dan
El grado de Renshi hace de un buen practicante un experto. Es aquí donde desgraciadamente (frecuentemente ocurre en occidente), por interés o por orgullo, muchos se hacen pasar por maestros, sea por que hayan adquirido algunos títulos en campeonatos, sea porque enseñan en regiones poco informadas sobre el verdadero Budō. Algunos Renshi se inclinan hacia la enseñanza y otros hacia la competencia. Sin embargo, tanto los unos como los otros deben entrenarse sobre otros niveles de conciencia y desarrollar en ellos Kokoro, un estado de espíritu cercano a la vacuidad, donde toda acción es percibida en la unidad de la esencia universal.

Es a partir de este grado y únicamente si son dignos que les pueden ser desvelados en profundidad ciertos ritos y técnicas espirituales (himitsu) en vistas a una integración mas profunda entre el alma y la personalidad. Sin este esfuerzo de integración la personalidad puede degenerar por el deseo de poder, lo que ha ocurrido con numerosos expertos que han llegado a Europa.

Renshi 5° Dan
Tal experto posee (o debería poseer) el dominio de su personalidad constituida por un cuerpo físico, por un cuerpo emocional y por un cuerpo mental. Cuando esta triplicidad es purificada y alienada, una fusión puede ser realizada con los planos de conciencia espirituales, a fin de acceder a este estado que los japoneses llaman Iro-kokoro.

Alcanzando este objetivo, el Renshi percibe el fin verdadero de su vida y el plan subyacente en la vida universal. Su voluntad propia es entonces reemplazada por la voluntad divina. Esta entrada en la corriente ascensional le permite experimentar ciertas experiencias espirituales como aquellas realizadas por el maestro Morihei Ueshiba, que le revelaron la vía del Aiki-do.

Renshi 6° Dan
Hay muy poco que decir sobre este grado, sino que éste mejora sin cesar el dominio del arte por el dominio de si mismo, y muy numeroso son aquellos que en Europa deberían sentir vergüenza de semejante impostura.

Kyoshi
Este título es concedido a los séptimos y octavos danes. No es ni técnico ni honorífico, sino que corresponde a un grado de perfección interior. Raros son aquellos que alcanzan estos grados y solamente un autentico Maestro puede discernirlos, es decir, un Maestro con visión interior que ha sobrepasado el mundo de las apariencias y ha pasado por todas las etapas anteriores.

En el estado de kyoshi no existe ningún espíritu de venganza, de lucha, de codicia, de crítica, de agresividad, de mentira, de pereza ni de debilidad. El buen grano, por innumerables sufrimientos y duros esfuerzos, es separado de la cizaña. Tal personaje no es utopista, idealista o extremista, al contrario, es profundamente realista, percibe los conflictos humanos y ha decidido remediarlos. Aunque aún está muy lejos de ser un sabio, el Kyoshi ha cavado un abismo entre él y el mortal común. Tales seres existen y aportan amor, conocimiento y luz a la humanidad.

Un plano de experiencia interior. Es por lo que un kyoshi no hablara jamás sobre él mismo y no hará jamás ostentación de su maestría o de sus títulos, si los tiene, ya que numerosos son los que llegados a este grado, han desdeñado los danes, demostrando así su verdadera identidad espiritual.

Shihan
Shihan es un título honorífico dado a los Maestros por sus alumnos en señal de respeto, ya que jamás un verdadero Maestro se atrevería a tal honor. El shihan no puede ser etiquetado. Algunas veces silencioso, otras ruidoso, dulce hoy, duro mañana, se adapta con justicia a todas las circunstancias y trata en perfecta armonía con toda manifestación viviente.

El shihan puede ser comparado al gurú hindú, al cual los discípulos han confiado sus vidas sin condición. El shihan, siendo un hombre divino, se acerca al estado puro de la divinidad. Su conocimiento no es intelectual, sino que radia de su yo espiritual superior.

El shihan domina la vida temporal por lo espiritual, así es dado a estos seres conocer los pensamientos de otros, curar por imposición o por oración y dominar todo obstáculo destructor. Veamos algunos nombres de los shihan más conocidos entre los practicantes del Budō:

Maestro Mirihei Ueshiba, fundador del Aikido

Maestro Muso Gon No Suke Katsuyoshi (Jo-jutsu).

Maestro Jigoro Kano, fundador del Judo.

Maestro Gichin Funakoshi y Sigueru Egami (Karate do)

Maestro Takano (Kendo).

Maestros Sonobe y su esposa (Naginata).

Maestros Awakanzo, Matsui y Anzawa (Kyudo).

Cuando el discípulo está preparado, el Maestro llega. Esta frase es frecuentemente mal interpretada, su verdadero significado es el siguiente: cuando el estudiante se ha disciplinado, se convierte en discípulo, quedando entonces en su libre juicio el quedarse independiente o buscar un instructor. Si lo encuentra, este instructor tendrá por finalidad preparar al discípulo para que encuentre al Maestro Interior (el Alma o el Yo real). Cuando este Yo se convierte en una realidad, ilumina la personalidad, confiriéndole voluntad, amor e inteligencia. Es entonces cuando el instructor (o la escuela) es abandonada y el verdadero Maestro aparece.

El Maestro al cual nos estamos refiriendo no es ya humano sino divino. Es aquel que la tradición Oriental llama un Maestro de sabiduría o Boddhisatva. Tales seres nos son bien conocidos a lo largo de la Historia: Confucio, Shankharacharya, Apolonio de Tiana, Platón, Pitágoras, Nagarjuna, Kukai, Budha, Krishna, Jesús…

He aquí la definición del estado de sabiduría o de adepto por un maestro tibetano, habiendo adquirido él mismo este estado.

“Un sabio ha realizado una tal expansión de conciencia que incluye el reino espiritual. Ha trazado su vía a través de los cuatro reinos inferiores, el mineral, el vegetal, el animal y el humano. Por la meditación y el servicio ha desarrollado su centro de conciencia hasta incluir el plano del Espíritu.

El sabio ha transmutado el mental inferior en pura inteligencia y sin mezclar el deseo, en intuición, irradiando su conciencia con la luz del Puro Espíritu.

La disciplina de la meditación es la sola vía en la cual esto puede ser cumplido. Un Maestro de Sabiduría es aquel que, por el conocimiento adquirido por medio de sus cinco sentidos, ha aprendido la existencia de la síntesis y ha fusionado estos cinco sentidos en las dos vías sintéticas (divinas) que marcan la meta en el sistema solar.

Por la meditación el sentido geométrico de proporción es ajustado, el sentido de los valores es claramente percibido y por este ajustamiento y este reconocimiento, la ilusión es disipada y la realidad conocida.

La meditación llama la atención de la conciencia sobre el valor y el verdadero empleo de la forma. Por este medio la realidad es contactada y los tres mundos ya no tienen poder alguno sobre él.”

Estas definiciones nos hacen sentir la complejidad de tal estado. Puedan darnos un poco más de sabiduría y asomar en nosotros el discernimiento de nuestro estado real. Que esta utilización inconsiderada del título de Maestro dé lugar a más humildad. Equivocar a los otros es equivocarse a sí mismo y éste no es el objetivo del Budō. Advierto por tanto a los candidatos al titulo de Maestro que la responsabilidad es bien pesada, siendo ya duro ser simplemente un hombre entre los demás hombres.

“No amar el magisterio ni la materia de los mortales, y aparentar ignorancia siendo iluminado, éste es el secreto de toda maravilla.”
Lao Tsé

“El Maestro sólo es maestro porque, olvidándose de si mismo, ha transmitido su saber a sus alumnos, y a través de ellos a todos los que vendrán más tarde. El discípulo sólo es discípulo porque se entrega totalmente a su maestro.”
Morihei Ueshiba

Autores del presente escrito:
Michel Coquet & Carmelo Ríos

No hay comentarios:

Publicar un comentario