Sintesis:
Shugendo es la búsqueda, gracias a prácticas y ejercicios específicos de índole mágico, de ciertos poderes sobrenaturales. Shugen es el conjunto de reglas, formas de entrenamiento y ascesis esotéricos necesarios para alcanzar el dominio de la fuerza interior. A los seguidores de esta vía se les conoce como Shugen-ja o Yamabushi-No-Gyoja (literalmente: monjes que duermen en las montañas). Sus moradas se encuentran tanto en el aislamiento de los espesos e impenetrables bosques de todo el Japón, como en la cima de ciertas montañas, célebres por la presencia de estos chamanes.
Shugendo es la búsqueda, gracias a prácticas y ejercicios específicos de índole mágico, de ciertos poderes sobrenaturales. Shugen es el conjunto de reglas, formas de entrenamiento y ascesis esotéricos necesarios para alcanzar el dominio de la fuerza interior. A los seguidores de esta vía se les conoce como Shugen-ja o Yamabushi-No-Gyoja (literalmente: monjes que duermen en las montañas). Sus moradas se encuentran tanto en el aislamiento de los espesos e impenetrables bosques de todo el Japón, como en la cima de ciertas montañas, célebres por la presencia de estos chamanes.
El Shugendo
nunca ha sido una secta independiente, y su origen emana principalmente
de las técnicas ocultas de los monjes Tendai y Shingon.
El
Japón, pueblo muy vinculado a sus tradiciones religiosas, se ha visto
también imperiosamente atraído hacia todo tipo de prácticas mágicas. Los
Yamabushis son generalmente considerados como formando parte de
hermandades de magos o brujos (notemos la notable diferencia entre ambos
términos), es decir, adeptos de ciertas doctrinas y prácticas que
conllevan al desarrollo de poderes o facultades suprahumanas
que les permiten realizar proezas increíbles dignas del mejor fakir, de
las cuales he sido testigo en numerosas ocasiones y que más adelante
relataré.
ORIGEN
Fue
probablemente en el año 538 cuando el Budismo fue introducido en el
Japón. En esa fecha, el rey Syong envió al Emperador algunos presentes
entre los que se encontraba una estatuilla de un Budha y algunos sûtras.
A partir de entonces el Budhismo
comenzó a formar parte de la vida del pueblo japonés, compartiendo un
relevante lugar en su cultura junto a la religión oficial, el Shinto.
Como
es habitual, una religión nueva es solamente aceptada si permite la
continuación de otras prácticas, a menudo supersticiones, más antiguas.
Tal es el caso de la propia historia del cristianismo, lleno todavía de
creencias de índole mucho más mágico- e incluso necromántico- que
religioso (la técnica de los ex votos es un vivo ejemplo).
El
Shugendo, considerado por algunos estudiosos más como una desviación
del Budismo esotérico que como una secta de éste, se vio notablemente
influenciado por las corrientes de alquimia taoísta, magia shinto (Ko-Shinto) y arcaicas ceremonias cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Este esoterismo mezclado (Zo-Mitsu), convirtió el origen idealista de budismo, la vía del Boddhisatva, en una forma de chamanismo animista conocida como Ubasoku.
En-No-Gyoja, El practicante austero
EN-NO-GYOJA
Incluso
si el Shugendo no tuvo un fundador oficial, todos los yamabushi se
dicen a sí mismos descendientes de un extraño personaje que fue conocido
como En-No-Gyoja (El practicante austero), quien es considerado como el líder espiritual de la secta. Su verdadero nombre parece haber sido En-No-Otsunu, también llamado En-No-Ubasoku. El Shoku-Nihongi nos dice al respecto: El 3º año, el 5º mes, día Hi-No-To-Ishi (30 de junio de 699), En-No-Otsunu
fue exiliado a la isla de Izu. Habiendo vivido en el monte Katsugari,
era muy conocido por su conocimiento de la magia. Al parecer, calumniado por uno de sus discípulos, consiguió que el mago fuera exiliado.
Otsunu
dominaba un tipo de magia superior que le permitía invocar a los Kajin,
espíritus de la Naturaleza, quienes extraían agua de los pozos y
recogían leña para él. Este antiguo libro de crónicas japonesas nos dice
en su capítulo 28: Sus acciones consistían en practicar el
Kujaku-Myoo, para obtener poderes sobrenaturales extraordinarios tales
que le permitían volar por los aires.
Originario
de una familia de Kano, de la villa de Chihara, se dice que ya desde su
nacimiento se revelo como un ser extraordinario lleno de inteligencia y
discernimiento espiritual. La leyenda nos cuenta que cada noche
ascendía en una nube de cinco colores y volando a través del espacio, en
compañía de los guardianes del Palacio Celestial (Sen), se dirigía a
los jardines de la Villa Eterna. Al cumplir cuarenta años, tras una vida
consagrada por entero a la magia animista, se hizo ermitaño, habitando
en una cueva, vistiéndose con hojas y arbustos y alimentándose con hojas
y cortezas de pino; llevando a cabo ritos de purificación en los
helados ríos de la montaña y limpiando su espíritu de cualquier escoria
terrena.
Esta
dura vida de asceta desarrollo aún más en él sus latentes capacidades,
llegando a realizar las más asombrosas proezas psíquicas. Acusado de
conspirar contra el Emperador, intentaron hacerle prisionero, pero
merced a sus poderes extraordinarios no lograron capturarle. No pudiendo
apresarlo, secuestraron a su madre; En-No-Otsunu se entregó
voluntariamente, y fue exiliado a la isla de Izu. Se dice que en esa
época ya era capaz de correr sobre las aguas, volar por los aires y
posarse en la cima de las montañas.
Estas
asombrosas hazañas de atletismo psíquico son también muy comunes a
todos los pueblos y culturas de la tierra. Recordemos a los ascetas
tibetanos practicantes del Tummo, o meditación sobre la nieve, quienes merced a una técnica de control respiratorio sudan hasta derretirla; o el ejercicio de Po-Wa o
proyección psíquica, o las proezas de los chamanes de la India y
Oriente Medio, quienes dicen ser poseídos por el espíritu de ciertos
animales, y que realizan en estado de trance acciones increíbles.
Hechos
similares han sido realizados por numerosos santos cristianos a los que
se les atribuyen centenares de casos de levitación, estigmatización,
bilocación, todavía más asombrosos que los relatos llegados de Oriente
(a tal respecto sería interesante estudiar la vida de Francisco de Asís, Luisa Loteau, Santa Magdalena de Pazzi, o el célebre Padre Pío, entre otros, o los hechos maravillosos del gran yogui y santo tibetano Milarepa. Acciones parecidas, consecuencia de la experiencia mística, fueron también realizadas por el Maestro Ueshiba,
fundador del Aikido, quien poseía grandes cualidades de clarividencia,
clariaudencia y precognición, desarrolladas tras su experiencia de
iluminación).
Al parecer, es condición sine qua non para la posesión de tales disposiciones psiquicas la adquisición de un particular estado espiritual.
En-No-Otsuno permanecía durante el día en su exilio, según la voluntad imperial, pero por la noche viajaba al santuario de Suruga, en el monte Fuji,
donde se entregaba a sus prácticas mágicas. Condenado a la muerte,
cuenta la leyenda que logró huir cuando la espada estaba a punto de caer
sobre su cabeza. Durante
tres años vivió oculto en el monte Fuji, lamentando su injusto destino,
hasta un día en que escuchó la voz de la misericordia y tuvo una visión
del Boddhisatva de la infinita compasión, Kannon (Avalokiteswara); alcanzando el más elevado estado de conciencia se elevó hacia el reino de los Boddhisatvas…
Más
de cuarenta años después de su misteriosa transición, un ilustre monje
japonés, Dosho, obedeciendo a una orden imperial, viajo a China para
buscar el Dharma. Solicitado por más de quinientos paisanos, se dirigió a
Sil-la, y en las montañas predicó el Hoke-Kyo, el Sutra del loto.
En
una de sus públicas predicaciones, cuando atacaba duramente ciertas
sectas al parecer desviadas del sendero búddhico y entre ellas el
Shugendo y a su fundador, un extraño hombre elevó la palabra entre la
masa, recriminando al monje por su falta de información real y haciendo
pública la verdadera doctrina del Shugendo; de tal forma que el propio
Dosho quedó admirado de la asombrosa elocuencia, profundos conocimientos
y vivencias del enigmático personaje, quien, aunque esto fuera
imposible, parecía conocer a fondo los mínimos detalles de la doctrina y
las practicas shugen, a la par que poseía una información exacta de la
vida y el pensamiento del mítico mago.
Perplejo, desconcertado y rodeado de una masa de atónitos espectadores, el monje preguntó al desconocido erudito: ¿Quién eres tú que conoces tan a fondo la vida y la enseñanza del practicante austero? Y una voz, como proveniente de otro mundo, y tan profunda que dejó helados los corazones de los presentes, contestó: Soy yo, En-No-Gyoja. Cuando los aterrados asistentes y el propio Dosho quisieron acercarse al peregrino, éste había desaparecido.
PRACTICAS SHUGEN
Hoy
en día es prácticamente imposible trazar el origen de las enseñanzas
del Shugendo, ciencia que comporta una sabia mezcla de doctrinas
taoístas, traídas de china, el chamanismo Shinto y los elaborados
rituales del Budismo esotérico (Mikkyio), aunque de una forma ciertamente alterada de su fundamento real.
Una
de las ciencias asociadas al Shugendo es aquélla del Ommyo-Do,
enseñanza de las fuerzas Yin y Yang, con objeto de alcanzar la
longevidad. Recordemos que los taoístas, alquimistas adeptos de esta
ciencia sagrada, eran llamados en China Lo-Han, inmortales, y se dice que habitan todavía en las cumbres de inaccesibles montañas.
La
ciencia del Shugendo estaba compuesta por elevados estudios de
astrología, ejercicios psíquicos, similares a los yogas superiores de la
India (Kriya, Laya, Raja, etcétera), adivinación, magia chamánica, y
sobre todo el uso de los sonidos (Mantras) en forma de letanías (Daranis).
El
Shugen-ja, generalmente aislado en las montañas, se entregaba a
complicados rituales, terribles entrenamientos e inhumanas austeridades. La información que ha llegado hasta nosotros demuestra que la ascesis
del shugendo era extremadamente difícil y penosa. En el plano
alimenticio, ni la carne ni los cereales estaban permitidos. Su alimento
consistía (y consiste aún en nuestros días) en hojas, hierbas, agujas
de pino y la segunda corteza de este árbol.
Personalmente
he visto a grupos de shugen-ja caminando descalzos sobre la nieve,
salmodiando una misma letanía, cubiertos por un simple koromo (túnica budista) y un gran sombrero plano de paja. Estos practicantes se entregaban a la terrible ascesis del Keiho-gyo, la marcha sobre la montaña,
que consiste en caminar del alba al ocaso, recitando un mismo mantra,
semidesnudos, incluso durante el duro invierno, por espacio de seis
años.
Con rostros desencajados, sus manos llagadas por la ejecución mil veces repetidas de un mismo mudra, con los pies desollados, a través de las desoladas montañas de Hiei-Zan, es una imagen verdaderamente fantasmagórica, de un dramatismo sobrecogedor.
Aparte de otras practicas igualmente terribles, el shuguen-ja ejecuta complicados rituales como el de Homa o Goma, la ceremonia del fuego, y la marcha sobre las brasas ardientes. Todo ello forma parte de las ascesis de la montaña, Sengaku-Shugyo.
Algunos de sus ritos son de una rara severidad, como la practica de
nueve días de continua meditación, durante los cuales el shuguen-ja, en
total inmovilidad, no puede comer ni beber, ni dormir. Los ermitaños de
esta secta viven aislados en grutas de la montaña y semidesnudos.
El
sufrimiento y las austeridades del shuguen-ja, lejos de tratarse de un
masoquismo enfermizo, tienen por objeto hacer sobrepasar la naturaleza
humana; son un medio de purificar el propio karma, las deudas adquiridas
en esta vida o en las precedentes.
Todo esto es simbólicamente representado por la entrada en la montaña (Nyo-Bu).
Aislado del mundo, el yamabushi asume en sí mismo, en vida, los
tormentos de las diez vías del más allá (similares prácticas son
realizadas por los lamas adeptos a la ciencia del Bardo-Thödol a fin de ser liberados tras la transición).
Durante
los ejercicios de meditación, los ascetas shugen han de identificarse
con divinidades -un tanto alteradas- del panteón buddhico, tales como Fudo-Myo-O, Dai-Nichi-Nyorai o Zao-Konguen.
Otro tipo de meditación creativa –técnicas de visualización por casi
todas las ramas del Buddhismo, a excepción del Zen-consiste en sentarse
sobre una roca y visualizar –ver interiormente- combates mentales (dojitsu-sempo) con animales cada vez más feroces.
La
imagen mental llega a ser de tal realidad que el asceta evidencia
agotamiento, abundante sudoración, o convulsiones, llegando en casos
extremos a la pérdida de cono cimiento y la catalepsia. Estas y otras
muchas técnicas, unidas al conocimiento de las hierbas y la medicina, la
astronomia, la astrología y la psicología, fueron enseñadas por los
yamabushi, como ya vimos, a los ahora excesivamente célebres ninjas,
quienes, afortunadamente, han perdido en la actualidad la llave de tales
misterios...
Continua:...
interesante gracias !
ResponderEliminarMuchas Gracias a vos por ser de tu interés. Pag. de Facebook: https://www.facebook.com/APEdefensa.extrema/ Saludos.
Eliminar