Morihei Ueshiba: Su iluminacion
En la primavera de 1925, Morihei, a los cuarenta y dos años, fue transformado por una visión divina. Con los años Morihei dio diversas versiones del suceso, y al hacerse mayor parece ser que poco a poco fue integrando en uno solo algunos incidentes diferentes hasta que formó esta versión final: Un día, un oficial naval, maestro de Kendo, visitó al Fundador y le pidió ser alumno suyo. Pero durante una conversación resultó que no estaban de acuerdo sobre una cosa sin importancia. Los nervios se alteraron y llego a aceptar el reto del oficial. Morihei aceptó el reto, pero desarmado. Naturalmente el oficial, un esgrimista de alto nivel, se ofendió por aquel insulto a su habilidad y se lanzó furiosamente sobre Morihei. Este esquivó con facilidad sus repetidos ataques y fintas. Cuando, alfin, el exhausto oficial se dio por vencido, le preguntó por su secreto. En el momento en que ibas a atacarme, un rayo de luz brillaba ante mis ojos, revelándome la dirección del ataque le respondió Morihei. Después de la lucha, Morihei salió al jardín para lavarse el sudor de la cara y las manos con agua del pozo. De repente comenzó a temblar y se sintió inmovilizado. La tierra empezó a temblar bajo sus pies y quedó bañado por rayos de pura luz que descendían del cielo. Una niebla dorada sumergió su cuerpo, desvaneciendo su pobre concepto de sí mismo, y tomó la forma de un Ser Dorado. Percibió la estructura interna del cosmos y mas tarde percibió: “¡Yo soy el Universo!”. Las barreras entre el mundo material, el oculto y divino desaparecieron, y al momento Morihei vio que el corazón del budo no era la contención sino el amor que ayuda y protege todas las cosas. Llego a experimentar el sumi-kiri, o lo que es lo mismo, la claridad de la mente y del cuerpo que hace posible la unidad del Ki del Universo con el propio Ki. Esta experiencia abrumadora estaba claramente relacionada con sus creencias de la Omoto-kyo, la <<unificación con lo Divino>> era un pilar central de su fe y Morihei estaba expresando su tremenda transformación con el único lenguaje que sabía. No importa que tomemos las palabras de Morihei en su sentido más <<racional>> para explicar su iluminación como el resultado de un esfuerzo supremo, una fuerza sobre humana o una capacidad natural: a partir de entonces Morihei fue sin duda otro hombre. Su sexto sentido de anticipación estaba totalmente desarrollado, y ahora era invencible como maestro en artes marciales.También a partir de este instante comienza la verdadera evolución espiritual del Aikido, basado en la idea de que “el verdadero Budo es la vía de la gran armonía y del gran amor por todos los seres”, y que cada movimiento tiene su origen en el funcionamiento de la unidad del Ki con la mente y el cuerpo. Fue entonces cuando comprendió que era más adecuado llamar a su obra aiki-budoque aiki-bujutsu. (La sustitución del carácter jutsu por el carácter do cambia el significado de arte marcial del aiki a vía marcial del aiki).
En la primavera de 1925, Morihei, a los cuarenta y dos años, fue transformado por una visión divina. Con los años Morihei dio diversas versiones del suceso, y al hacerse mayor parece ser que poco a poco fue integrando en uno solo algunos incidentes diferentes hasta que formó esta versión final: Un día, un oficial naval, maestro de Kendo, visitó al Fundador y le pidió ser alumno suyo. Pero durante una conversación resultó que no estaban de acuerdo sobre una cosa sin importancia. Los nervios se alteraron y llego a aceptar el reto del oficial. Morihei aceptó el reto, pero desarmado. Naturalmente el oficial, un esgrimista de alto nivel, se ofendió por aquel insulto a su habilidad y se lanzó furiosamente sobre Morihei. Este esquivó con facilidad sus repetidos ataques y fintas. Cuando, alfin, el exhausto oficial se dio por vencido, le preguntó por su secreto. En el momento en que ibas a atacarme, un rayo de luz brillaba ante mis ojos, revelándome la dirección del ataque le respondió Morihei. Después de la lucha, Morihei salió al jardín para lavarse el sudor de la cara y las manos con agua del pozo. De repente comenzó a temblar y se sintió inmovilizado. La tierra empezó a temblar bajo sus pies y quedó bañado por rayos de pura luz que descendían del cielo. Una niebla dorada sumergió su cuerpo, desvaneciendo su pobre concepto de sí mismo, y tomó la forma de un Ser Dorado. Percibió la estructura interna del cosmos y mas tarde percibió: “¡Yo soy el Universo!”. Las barreras entre el mundo material, el oculto y divino desaparecieron, y al momento Morihei vio que el corazón del budo no era la contención sino el amor que ayuda y protege todas las cosas. Llego a experimentar el sumi-kiri, o lo que es lo mismo, la claridad de la mente y del cuerpo que hace posible la unidad del Ki del Universo con el propio Ki. Esta experiencia abrumadora estaba claramente relacionada con sus creencias de la Omoto-kyo, la <<unificación con lo Divino>> era un pilar central de su fe y Morihei estaba expresando su tremenda transformación con el único lenguaje que sabía. No importa que tomemos las palabras de Morihei en su sentido más <<racional>> para explicar su iluminación como el resultado de un esfuerzo supremo, una fuerza sobre humana o una capacidad natural: a partir de entonces Morihei fue sin duda otro hombre. Su sexto sentido de anticipación estaba totalmente desarrollado, y ahora era invencible como maestro en artes marciales.También a partir de este instante comienza la verdadera evolución espiritual del Aikido, basado en la idea de que “el verdadero Budo es la vía de la gran armonía y del gran amor por todos los seres”, y que cada movimiento tiene su origen en el funcionamiento de la unidad del Ki con la mente y el cuerpo. Fue entonces cuando comprendió que era más adecuado llamar a su obra aiki-budoque aiki-bujutsu. (La sustitución del carácter jutsu por el carácter do cambia el significado de arte marcial del aiki a vía marcial del aiki).
Después de la experiencia iluminadora de Morihei, los videntes de la
Omoto-kyo juraban que habían visto emanar rayos de su cuerpo. Morihei
manifestó poderes sobrehumanos, incluso milagrosos. Además de tales
hazañas extraordinarias, como derribar a diez hombres con un grito y
hacer un hoyo en la primera y única vez que entró en un club de golf,
también era capaz de saltar distancias increíbles por encima y más allá
de su atacante, Morihei demostró la increíble habilidad de esquivar
balas. Por dos veces, un grupo de militares afiliados a la
Omoto-kyoformaron un escuadrón de fusilamiento y apuntaron sus armas
directamente a su corazón. En el instante que ellos apretaron sus
gatillos, Morihei dio un grito terrible y los derribó a todos,
golpeándoles desde atrás. La clarividencia de Morihei, aparte de hacerle
capaz de anticipar cualquier tipo de ataque, tenía también aplicaciones
prácticas. Por ejemplo, una vez en medio de una sesión de
entrenamiento, de repente dijo a uno de los discípulos: “Hay un
caballero vestido con un kimono negro que está perdido intentando
encontrar este sitio. Ve y tráelo aquí”. El discípulo salió fuera y
pronto descubrió a un caballero con un kimono negro. “Perdóneme – le dijo el hombre-, estoy intentando encontrar el dojo Ueshiba ...”
Esta fuerza tan sorprendente que ahora poseía Morihei comenzó a llamar la atención fuera de los círculos de la Omoto-kyo. Probablemente por esto mucha gente visitaba su casa entre ellos el vicealmirante Seikyo Asano, quien proporcionó al Fundador valiosos contactos en la Marina y más tarde le sirvió de mentor cuandose trasladó a vivir a Tokyo. Además de los militares que vinieron a Ayabe a estudiar con Morihei, vino cierto número de atletas desde Tokio para retar al primero de los maestros en artes marciales. Cuando el rudo Shutaro Nishimura, un miembro del famoso club de judo de la Universidad de Waseda, escuchó a Onisaburo describir a Morihei como el mayor de los maestros en artes marciales vivo, pidió en seguida que se lo presentaran. Al verle por vez primera, Nishimura pensó: <<¿Es una broma? ¿Cómo puede este campesino de mediana edad ser el hombre más fuerte del Japón?>>. Tan pronto como el confiado Nishimura avanzó hacia Morihei, ante su sorpresa se encontró en el suelo. Morihei dobló un trozo de papel y lo agitó frente a la cara desconcertada de Nishimura. ¡Cógelo si puedes!, le retó Morihei. Por rápido que se moviera, Nishimura no podía coger el papel; al contrario: cada vez Morihei le derribaba. Atacó por última vez con todas sus fuerzas, pero también falló. Nishimura levantó la mirada desde el tatami hacia Morihei, que reía, y se preguntó: ¿Puede existir realmente un arte marcial que gane al enemigo con una sonrisa?
Nishimura presentó a muchos de sus compañeros judokas a Morihei. La facilidad con la que los alumnos de Morihei se deshacían de rufianes y borrachos ayudó a que su fama se extendiera entre los practicantes de artes marciales.
Esta fuerza tan sorprendente que ahora poseía Morihei comenzó a llamar la atención fuera de los círculos de la Omoto-kyo. Probablemente por esto mucha gente visitaba su casa entre ellos el vicealmirante Seikyo Asano, quien proporcionó al Fundador valiosos contactos en la Marina y más tarde le sirvió de mentor cuandose trasladó a vivir a Tokyo. Además de los militares que vinieron a Ayabe a estudiar con Morihei, vino cierto número de atletas desde Tokio para retar al primero de los maestros en artes marciales. Cuando el rudo Shutaro Nishimura, un miembro del famoso club de judo de la Universidad de Waseda, escuchó a Onisaburo describir a Morihei como el mayor de los maestros en artes marciales vivo, pidió en seguida que se lo presentaran. Al verle por vez primera, Nishimura pensó: <<¿Es una broma? ¿Cómo puede este campesino de mediana edad ser el hombre más fuerte del Japón?>>. Tan pronto como el confiado Nishimura avanzó hacia Morihei, ante su sorpresa se encontró en el suelo. Morihei dobló un trozo de papel y lo agitó frente a la cara desconcertada de Nishimura. ¡Cógelo si puedes!, le retó Morihei. Por rápido que se moviera, Nishimura no podía coger el papel; al contrario: cada vez Morihei le derribaba. Atacó por última vez con todas sus fuerzas, pero también falló. Nishimura levantó la mirada desde el tatami hacia Morihei, que reía, y se preguntó: ¿Puede existir realmente un arte marcial que gane al enemigo con una sonrisa?
Nishimura presentó a muchos de sus compañeros judokas a Morihei. La facilidad con la que los alumnos de Morihei se deshacían de rufianes y borrachos ayudó a que su fama se extendiera entre los practicantes de artes marciales.
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