La alfombra mágica de un viejo cuento oriental volaba serenamente sobre alcáceres y desiertos siempre que su dueño no pensara en un burro. La menor imagen del animal era advertida en el acto por la penetrante alfombra que se precipitaba a tierra con su desdichado tripulante. Para la mentalidad occidental es difícil admitir que uno pueda deliberadamente no pensar en algo: para los practicantes de las doctrinas Zen, liberar el YO del rápido flujo de los pensamientos es una gimnasia rutinaria.
La mayoría de las personas, cuando enfrentan a un enemigo concentran su atención en el ataque: el riesgo de esto es que al preocuparse demasiado por sus puños, olviden sus codos, sus rodillas o sus pies. Por otra parte el luchador siente ante la situación violenta, la angustia de ser derrotado o el deseo de vencer. Así la tumultuosa corriente de sus emociones y su reflexiones le impiden generalmente apreciar la situación precisa y equilibradamente.
El YO, traído y llevado por poderosas fuerzas, se distrae y de disuelve: por este motivo, llegar a la abstracción era el gran problema de los combatientes del Japón antiguo. La práctica del Zen servía de mucho para perfeccionar la capacidad de abstracción, y a esto se debía que los samurais utilizaran el Zen como la estructura básica de la práctica de las artes marciales.
En general, el hombre olvida con frecuencia el papel que desempeña el inconsciente en los procesos mentales, a los que permanentemente reduce a términos de conciencia. Cuando menos tiempo hay para reflexionar y relaizar una acción voluntariamente, más intervienen los procesos inconscientes: por el contrario, cuando hay tiempo para pensar, los procesos conscientes predominan. El ejercicio dle Karate crea un acostumbramiento destinado a liberar los procesos inconscientes, y todos los veteranos de Karate son expertos en el uso del inconsciente, indispensable en la lucha porque la reflexión es demasiado lenta para afrontar las rápidas situaciones sucesivas.
Para liberar el inconsciente, el practicante de Karate debe ejercitarse físicamente en forma continua. La realización permanente de las técnicas de Karate forma y desarrolla los contenidos inconscientes. El conbatiente avezado sabe que cuando usó una buena técnica en un momento de la lucha, no es porque haya decidido usarla previamente: simplemente dejó que su inconsciente la eligiera y la realizara a través de su cuerpo. Karate es un ejercicio continuo: sólo la práctica infatigable permite mantener en buena forma las capacidades interiores para que surjan vigorosamente en el momento necesario.
por Hideo Tsuchiya
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